UN CAMINO HACIA LA ARMONÍA


En China, el máximo jerarca de un grupo de monjes budistas recomendó el ejercicio físico como clave del progreso de las capacidades reflexivas y espirituales, de este modo surgieron progresivas gimnasias que se adaptaban a sus requerimientos y las dificultades que debían afrontar a lo largo del camino.

De la antigua China, debido a las invasiones,  las artes marciales se expandieron hacia Japón y Corea; por un pasado étnico común, el desarrollo de los métodos de combate siguen líneas semejantes. 



Raíces bélicas 




Japón, debido a su naturaleza expansionista y belicosa, invadió regiones y enfrentó numerosas guerras, así que se dedicó a fortalecer el aspecto militar.

Los guerreros japoneses se tomaron Okinawa e implantaron sus reglas, entre ellas, la prohibición de armas. Gracias a las relaciones comerciales con China, los habitantes de esta región aprendieron artes marciales en ese país para defenderse con más eficacia bajo estas condiciones; utilizando las herramientas con que trillaban arroz, el bastón con que se apoyaban para caminar y la hoz con que segaban sus cultivos crearon nuevas armas. Esa es la raíz del karate, una síntesis de antiguas técnicas chinas

Del origen guerrero de estas disciplinas viene su denominación marcial y se consideran artes porque requieren técnica, ritmo, sutileza y que los ejecutantes pongan los cinco sentidos en la actividad a desempeñar.


Una filosofía de vida




Durante el siglo XIX  Japón descuidó su proceso de expansión y las prácticas orientales empezaron a decaer por perder su utilidad militar. Los maestros y la escuelas fueron prohibidas y los soldados no encontraban a quién servir. 

En medio de este panorama Jigoro Kano  decidió establecer una nueva técnica, retomando antiguos elementos de las tradicionales artes marciales, y la denominó JUDO el cual aplica la norma de la máxima eficiencia: EL EFICAZ USO DE LA ENERGÍA FÍSICA Y MENTAL PARA EL LOGRO DE UN OBJETIVO.

Así que se recuperó el interés por la preparación física y la idea que estas artes son instrumentos para un mejor vivir en comunidad.


Arte coreano




La expansión de las ideas y disciplinas chinas llegó a Corea. El instinto de conservación, que condujo a sus habitantes a protegerse de los ataques de las fieras, imitando las posiciones ofensivas y defensivas de los animales, dió origen al taekwondo. En esta práctica las manos, los pies y otras partes del cuerpo son empleados como armas, como si hubieran sido tomados del suelo.


Varios medios y un fin

Con el objetivo de fortalecer la mente y el espíritu, de la mano del cuerpo, para encontrar la armonía, los ejercicios de las artes marciales se dividen en tres tendencias:

•Meditativa

•Manejo de armas

•Sin porte de armas

Los practicantes deben enfocar sus sentidos a la actividad a realizar. Además, sin la dimensión espiritual, los atletas no pueden explotar al máximo su potencial interior para ser eficientes. De este modo se genera el deber de tratar el cuerpo del adversario como si fuera el propio, protegiéndolo de agresiones fomentando  el sentido interior de la responsabilidad.
Se hace énfasis en no crear enemigos. Son básicas la prudencia y la cautela (de palabra y de obra) en los combates, y tratar de no herir el prestigio de los oponentes para evitar rencores que aportan inútiles enfrentamientos y ostentaciones de poderío.


Primero el honor




La filosofía espiritual de las artes marciales nace de la formación de los soldados para las guerras, su fundamento estaba en los códigos de ética y comprendían el respeto a los valores como la rectitud, el sacrificio personal, la amistad, la sinceridad, el honor entre otros.
El ideal competitivo no hacía parte de sus intereses y no existía la actual clasificación de rango pues anteriormente se respetaban las jerarquías y los legados de los grandes maestros. Con la expansión de las artes marciales a occidente crearon estímulos (clasificación de cinturones y grados por color), ya que los americanos y europeos requieren mayores motivaciones que la defensa del honor y del orgullo.


Un camino hacia la armonía

Debido a sus raíces budistas, las disciplinas asiáticas buscan la armonía con el universo, de este modo surge la necesidad de preservar la salud y el cuerpo individual. Pero los occidentales buscan practicarlas para adquirir destrezas físicas de este modo sólo fomentan la categoría competitiva y dejan de lado la formativa, la cual busca la superación espiritual y la eliminación del egocentrismo.

Cuando un novato se acerca a alguna academia con el objetivo de adquirir agilidad para protegerse de agresiones callejeras, sólo está cubriendo un aspecto de las artes marciales. La idea de entrenar es sentirse bien consigo mismo y con los demás sin estimular la agresividad.

Cuando se valora la espiritualidad y la trascendencia que los asiáticos conceden a las artes marciales y a sus rituales, no se trata de de desmeritar las consideraciones de la cultura occidental. La idea es tomar lo mejor de las consideraciones orientales, tratando de que redunden en la armonía del contexto y en la propia estabilidad de quienes se interesan por practicar un arte marcial. 


 Tomado de "EL SEMANAL DEPORTIVO", Medellín 24 al 30 de julio de 1998

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